Suena el despertador, más temprano que otros días, sin duda; las 3 AM. Hora de ponerse la mochila y coger el autobús. Me asombra ver la de gente y la de que nos hemos congregado en la puerta de UGT Granada para ir a Madrid. Por obvio que pueda parecer, no nos vamos de viaje de placer, no, vamos a Madrid a unirnos a much@s otr@s compañer@s y españoles que piensan como nosotros, y que sienten que les están robando los derechos y jugando con ell@s a la ruleta rusa.
Tod@s llevamos las mismas camisetas identificativos de Andalucía, que se sepa de donde venimos. Así que una vez todos en el autobús, emprendemos la marcha. Sigo asombrándome de las noticias de asistencia prevista, ¿de verdad vamos a estar tantos en Colón manifestándonos? Por lo que parece, unos cuantos, de miles, sí. El viaje transcurre en un ambiente de risas, nervios y ganas, muchas ganas de cantar, reivindicar y manifestarse, quizás en el tiempo que llevo en Surgente no había visto a mis compañer@s con tantas ganas de hacerse oír.
Llegamos a Madrid, y creo que nos quedamos cortos… el solo hecho de mirar por la ventanilla y ver toda la gente que había ya en Atocha dirigiéndose a nuestro destino ponía el vello de punta, y aumentaba mis ganas de bajar y reunirnos con el resto de compañer@s… La jornada prometía, sin duda alguna. Cerca del museo Reina Sofía ya estábamos con otr@s compañer@s de Surgente, así que tras aclarar las gargantas, desplegar las pancartas y organizarnos un poco, que comenzase todo.
No sabría muy bien como explicarlo, quizás resulte raro, pero ver tanta gente unida, tanta gente siguiendo nuestras canciones, como si nos conocieran de siempre, aún sabiendo que nos separaban cientos y cientos de kilómetros, hacía que me sintiera como en casa, en plena Gran Vía Granadina. Como digo, una sensación que nunca antes había sentido.
Sabíamos que esto era un gesto grande, no una manifestación más. Personas mayores, niñ@s acompañando a sus padres y madres, parad@s, trabajador@s, funcionari@s, estudiantes… Hasta un doble del Rey Juan Carlos (quien nos lo iba a decir), unidos para decirle al gobierno que no somos cuatro gatos… ¡Perdón! Miles y miles de gatos, los que no estamos de acuerdo con su política, los que pensamos que esto no es La Democracia , y que nos están robando en nuestra cara, con alevosía y mala leche (como se dice en mi tierra). Probablemente cualquier persona que estuviera allí podría decir lo mismo que yo, sentir lo que yo sentí. Por unas horas, el trasiego normal de un sábado, en tu vida, en la mía, o en la de cualquiera, se convirtió en un día clave, en el que daba igual que fueses de Almería, de Valencia, o del pueblo más apartado de la Alpujarra granadina. Nos unía algo más que un sindicato, que un signo político, o que la crisis en sí. Nos unía un ideal, un ideal que nos decía en nuestro interior que debíamos estar allí, demostrando que no nos pueden callar, que somos muchos, y que esto no va a quedar así, y que desde luego, el Estado de Bienestar es uno de los bienes más preciados que nos ha brindado la Democracia , y eso es algo que no nos van a arrebatar así como así.
