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miércoles, 7 de noviembre de 2012

PERMÍTANME UN EXABRUPTO

Siete años y un mes ha tardado el Tribunal Constitucional en reconocer la constitucionalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo.

Y sí, le pese a quien le pese he escrito MATRIMONIO,  porque, no sintiéndolo mucho, la unión entre personas del mismo sexo en España es ya, desde ayer 6 de noviembre de 2012, legítimo y válido MATRIMONIO.

Han sido más de siete años de incertidumbre y angustia a los que han sido sometidas todas aquellas personas del mismo sexo que decidieron contraer matrimonio y dotar de plenos efectos jurídicos una decisión voluntaria de llevar a cabo un proyecto de vida en común.

Siete años en los que se ha permitido a muchos herir con sus palabras y con sus manifestaciones, esto último en el más amplio sentido de la palabra, a todas aquellas personas que han decidido vivir según sus sentimientos y sin miedo a una posible reprobación social, familiar y política que está solamente fundamentada en la ignorancia y en el analfabetismo vital.

Que haya todavía personas que duden de la legitimidad y validez de la unión de dos personas del mismo sexo, que de forma voluntaria, consciente y razonada deciden  legalizar una relación, que en muchos casos existe de facto por más de dos y tres décadas de convivencia compartida; me permite preguntarme por la validez del concepto de cierto tipo de  “matrimonios”:

  • Matrimonios con un “Ente abstracto, Todo poderoso y Omnipresente” que se une tanto con hombres como con mujeres –véase “concepto de Dios Católico”.
  • Matrimonios aquellos en los que la infidelidad es la práctica habitual de la relación.
  • Matrimonios aquellos en los que es el beneficio económico o las ganas de medrar en la escala social  lo que los fundamenta.
  • Matrimonios aquellos celebrados entre un/a menor de edad que puede recibir autorización judicial para ligarse de por vida a otra persona, independientemente de la edad que ésta otra tenga e independientemente de la madurez psicológica del/a menor.
  • Matrimonios en los que el desprecio y la tiranía entre sus miembros hace imposible una buena convivencia para la familia y su entorno.
  • Y así, un largo etcétera.


Si durante siete años muchos se han permitido el lujo de poner en duda la validez de los matrimonios entre personas del mismo sexo; permítanme ahora este EXABRUBTO:

“Antes de invertir su tiempo en analizar mi matrimonio; examine usted antes el suyo y dígame que se siente realmente satisfecho y feliz con la vida que está llevando y proporcionando a la persona que tiene a su lado”.



PD: Seguramente, muchos que debieran hacer esto que sugiero en el párrafo anterior no lo harán. Y es que, irremediablemente, siguen aún existiendo muchos que prefieren seguir mirando la paja en el ojo ajeno y hacer como que la viga del propio no existe.

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