A DON GREGORIO PECES-BARBA MARTINEZ,
Para los y las jóvenes parece que el tiempo no corre y que por más que los días se sucedan siempre habrá más. Levantarnos cada mañana y actuar. Juventud, prisa por vivir, ansias de conquista. Hasta que, en un momento determinado, quizás cuando menos lo esperamos, el tiempo nos alcanza y ya no hay vuelta atrás.
Quizás les conozcamos como a unos parientes lejanos (sabemos sus nombres, qué hicieron pero… ahí queda todo). Es como si estuvieran destinados a ilustrarnos y obligados a la eterna juventud.
Un día inesperado, de repente, la muerte se hace presente y sentimos como si algo de nosotros mismos se fuera. Puede, que sólo fuera alguien a quien no conocíamos personalmente o a quien habíamos visto en la “tele” un par de veces pero, sus palabras aportaban ese equilibrio y tranquilidad que dan las personas sabias, buenas y justas.
Así nos sentimos quienes admirábamos a Gregorio Peces-Barba. Son días tristes para quienes escuchábamos al humanista, convencidos de que siempre había algo nuevo que aprender y, como él demostró, la educación es el instrumento más potente para crear ciudadanía comprometida y crítica. Peces-Barba plasmó el alma máter de la Institución de la Libre enseñanza en pleno siglo XXI en la Universidad Carlos III , una Universidad en el Madrid más obrero y que hoy es admirada y reconocida internacionalmente.
El profesor Gregorio sabía que, para construir una sociedad democrática no era suficiente con dotar de derechos y libertades un texto constitucional que él mismo promovió sino que había que ir más allá. Había que apostar por la educación como medio de empoderar a ciudadanos en la defensa de los derechos de la persona y construir hombre y mujeres críticas que lucharan por el avance y el progreso social.
Admirado por los juristas, los humanistas y por los demócratas se nos ha ido una de esas figuras de nuestra historia que, parecía que siempre estaría ahí, para recordarnos la importancia del consenso, del entendimiento y el espíritu de la Constitución de 1978 que tan necesario resulta en estos días donde, olvidan nuestros máximos dirigentes que tenemos derechos que son inherentes a nuestra condición de ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho.
En un momento en que se cuestiona a la clase política y al movimiento sindical de una forma indiscriminada e injusta, un ejemplo de honestidad, dedicación al Estado y de servicio a los demás es uno de los grandes legados que nos deja este GRAN HOMBRE.
“Como se fue el maestro, la luz de esta mañana me dijo: ven tres días
… ¿Murió? … sólo sabemos que se nos fue por una senda clara diciéndonos: hacedme un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que sido entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue.
Los muertos mueren y las sombras pasan;
Lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!”
A Don Francisco Giner de los Ríos
Antonio Machado
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